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Tus Sombras y Virtudes también viajan contigo en la maleta

Vacaciones Conscientes: cómo transformar tu vida más allá del descanso. 

Las vacaciones son realmente necesarias: un momento para desconectar, reparar y encontrar nuevas rutas y ritmos. Son un regalo profundo para nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro campo energético.  Sin embargo, las vacaciones no son solo un tiempo para alejarnos del trabajo y las obligaciones diarias; son una oportunidad única para reconectar contigo mism@, con tu pareja y con tu familia. Aunque nos alejemos de la rutina diaria,  nuestro SER viaja con nosotr@s.
Te invitamos a reflexionar sobre cómo llevar lo trabajado en terapia y en tu proceso personal a tus vacaciones, para que estas se conviertan en una experiencia que suma, que pueda generar nuevas conexiones y abra nuevas puertas.

1. Cómo las vacaciones conscientes mejoran tu bienestar emocional

Cuando salimos de vacaciones, llevamos con nosotr@s no solo nuestras maletas, sino también nuestras emociones, pensamientos y hábitos. El bienestar emocional no se queda en casa, viaja contigo, y si no estamos atent@s, nuestras sombras pueden nublar incluso los destinos más idílicos. La paz interior se cultiva, y las vacaciones pueden ser el momento perfecto para trabajar en ello.

 Hazte esta pregunta: ¿Qué emociones y patrones llevas en tu maleta interior? ¿Cómo puedes aprovechar estos días para transformarlos?

2. Vacaciones en pareja: cómo renovar el vínculo desde el presente

La rutina diaria puede erosionar el vínculo, congelar la mirada o relegar la intimidad a un segundo plano. Las vacaciones, si se viven conscientemente, pueden ser un ritual de reencuentro, una pausa donde volver a mirar al/la otr@ sin prisas, sin exigencias y sin roles automáticos.

Salir del entorno habitual nos ofrece la oportunidad de vernos con ojos nuevos, de recordar por qué elegimos caminar junt@s y de crear un tiempo sagrado para cuidarnos, tocarnos con presencia, hablar desde el corazón y compartir placer sin metas.

No se trata solo de “pasarlo bien”, sino de volver a elegirnos, de habitar con más consciencia el cuerpo, la palabra, el silencio y la piel del/la otr@. Las vacaciones pueden ser un portal para actualizar el contrato afectivo y traer más verdad, más ternura o más claridad sobre lo que necesita la relación en esta etapa.

 Te propongo esto: regalaos un rato de conversación sincera, sin móviles, sin interrupciones. Miraros. Preguntaos: ¿Qué necesito de ti ahora? ¿Qué parte de mí me gustaría entregarte hoy? ¿Qué podemos crear junt@s en este nuevo ciclo?

3. Desconectarte del ruido para volver a escucharte

Las redes sociales pueden ser una forma sutil de huida: del vacío, del presente, de ti. A menudo creemos que estamos compartiendo experiencias, pero en realidad nos alejamos de vivirlas. Pasamos más tiempo mirando una pantalla que sintiendo lo que realmente ocurre dentro y fuera de nosotr@s.

Compararte, mostrarte, actualizar cada paso… puede volverse un modo de validarte desde fuera. Pero si estás en un lugar hermoso, con personas que amas y no puedes dejar el móvil, ¿qué parte de ti necesita tanto ser vista?

Las vacaciones pueden ser un momento para probar algo diferente: no contarlo todo, no mostrarlo todo, no estar disponible todo el tiempo. Volver a ti. Volver a habitar tu mirada, tus sentidos, tu piel y tu silencio.

 Prueba esto: elige un día para no publicar nada, no mirar el móvil, no entrar en redes. Observa qué sientes. ¿Qué aparece en ti cuando no necesitas ser mirad@ desde fuera? ¿Qué espacio se abre cuando dejas de distraerte?

4. Tu familia no necesita un viaje perfecto, te necesita presente

Hay algo que tus hij@s no te dirán con palabras, pero lo sienten en cada gesto: si estás o no estás. Si estás con ellos o estás atrapado en tus pensamientos, tus correos, tus culpas o tu móvil. Las vacaciones no son una postal; son una oportunidad real de sanar memorias, abrir espacios nuevos y romper patrones heredados.

No necesitan que lo organices todo, ni que los lleves a sitios increíbles. Necesitan tu risa. Tu mirada que los ve sin exigencia. Tu paciencia cuando están intensos. Tu cuerpo relajado que les dice: “estoy contigo y no tengo prisa.”

La familia no se fortalece con fotos, sino con momentos donde alguien se siente vist@ de verdad, donde puedes abrazar sin corregir, jugar sin controlar, escuchar sin interrumpir.

Y si te animas a dar un paso más: cuenta tu historia. Diles quién eras tú cuando tenías su edad. Lo que te dolió. Lo que soñabas. Haz memoria con ell@s. Suelta la madre o el padre perfecto, y aparece con tu humanidad.

 Propuesta viva: elige un momento en tus vacaciones para hacer algo completamente fuera del guion con tu familia. No turístico. No productivo. Algo que tenga alma. Podéis escribir cartas al futuro, cocinar junt@s sin mirar el reloj, inventar un ritual familiar, o simplemente tumbaros en silencio bajo las estrellas. Lo importante no es qué hacéis, sino cómo estáis.

5. No necesitas vacaciones si tu vida es habitable

Esperar todo el año para poder respirar unos días revela una verdad incómoda: quizá tu vida cotidiana se ha vuelto inhabitable. No lo decimos para incomodar, sino para invitarte a despertar. Las vacaciones no pueden compensar la desconexión, la autoexigencia o el olvido de ti. Solo revelan lo que ya no funciona.

No necesitas más días libres; necesitas una vida que no te deje sin aire. Una vida donde puedas parar sin culpa, descansar sin permiso, y sentir sin anestesia.

 Pregúntate con honestidad: ¿qué parte de mí está esperando escapar? ¿Qué me dice eso sobre mi manera de vivir? ¿Qué elegiría diferente si supiera que merezco una vida que no tenga que evadir?

6. ¿Quién eres cuando nadie te exige?

Una vez desaparecen las tareas, los jefes, las reuniones, las listas… ¿quién queda? ¿Puedes sostener el silencio, la lentitud, la falta de objetivos? ¿O el vacío te asusta?

A veces, las vacaciones revelan lo que hemos evitado todo el año: nuestra relación con el tiempo, con el cuerpo, con el deseo, con la soledad. Si no puedes parar, si incluso en vacaciones necesitas controlarlo todo, llenar cada día, mostrar cada instante… es probable que no estés descansando: estás sobreviviendo con otro disfraz.

 Regálate un momento incómodo. Deja un hueco sin plan, sin nada. Siente lo que emerge. Quizá el verdadero viaje no está fuera, sino dentro. Y comienza cuando te quedas contigo.

7. No necesitas hacerlo todo. Necesitas habitar lo esencial

Viajar a mil lugares, ver todo lo que hay que ver, tachar checklists… puede darte la ilusión de plenitud, pero muchas veces solo crea más ruido. Hay una forma distinta de viajar: la que va hacia adentro. La que elige menos, pero lo habita más.

Porque descansar no es hacer poco, es hacer lo justo con presencia. Es permitir que el alma te alcance. Que el cuerpo suelte. Que la mente se calme. Y que la vida no se te pase de largo por querer “aprovecharla”.

 Elige un lugar, una persona, un momento. Y quédate ahí. Sin moverte, sin justificar. A veces, lo más transformador ocurre cuando dejas de correr hacia ningún sitio.

8. Si no aprendes nada de ti, no era un viaje, era solo una distracción

Puedes recorrer miles de kilómetros y seguir igual de lejos de ti. Pero también puedes sentarte en tu terraza, cerrar los ojos, respirar profundo… y encontrar una verdad que no habías querido mirar.

El viaje real es el que te cambia por dentro. El que te obliga a dejar una parte vieja tuya atrás. El que te regala una pregunta nueva. El que te conecta con algo esencial, más allá del paisaje.

 Lleva contigo una libreta. No para documentar lo que haces, sino lo que te pasa. Escribe lo que descubres, lo que duele, lo que se transforma. Haz memoria emocional. Y cuando vuelvas, no traigas solo souvenirs. Trae otra forma de habitarte.

Este verano… no huyas. Encuéntrate.

Las vacaciones pueden ser un espacio sagrado. Un espacio para mirar tu vida con más honestidad, para actualizar tus vínculos, para ensayar otra forma de estar contigo. No hacen falta grandes planes. Solo una intención clara: dejar de escapar y empezar a habitarte.

“Las verdaderas vacaciones no son una huida, sino una invitación a recordar quién eres, debajo de todo lo que haces.”

Que este verano no sea solo un paréntesis. Que sea una puerta. A tu cuerpo. A tu verdad. A tu vida real.

Si te ha gustado este texto puedes compartirlo o comentarlo, te agradeceremos que indiques la autoría, ya que hay un tiempo y una energía propia en él. Gracias !

Seguimos…

Núria Remus

 

Esta obra: “Tus Sombras y Virtudes También Viajan Contigo en la Maleta” de Núria Remus, está bajo licencia CC BY-NC-ND 4.0

 

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