La familia, considerada como un organismo grupal, al igual que el organismo individual, expresa necesidades y se autorregula tomando en cuenta el conjunto, lo global.
Cada familia es especial, única, con un código de relación y comunicación construido a través del tiempo, en respuesta a todas las circunstancias que le tocó vivir como grupo, y a cada miembro,
individualmente, en su contacto con el mundo.
El vínculo sano y amoroso con la familia de origen es resultado de paz y salud emocional. El contacto con los otros nos nutre y nos ayuda a evolucionar. Todos como seres sociales, necesitamos sentir que pertenecemos a nuestro sistema familiar.
Si podemos referirnos al amor como una fuerza que nos une y que nos lleva a cuidar la vida en todas sus manifestaciones, es precisamente en el ámbito familiar donde primero se materializa ese amor que nos acoge al nacer.
En la dinámica familiar, cuando un miembro de la familia cambia, los otros ya no pueden responder de la forma mecánica anterior y se ven obligados a buscar otras respuestas.