"Recuerdo empezar el 2018 muy agitada internamente. No sufría nada grave a ojos externos, pero la verdad es que dentro de mí me sentía muy abatida y perdida, sin rumbo, aunque my acelerada, llevada por la corriente general. De algún modo, era como estar muerta en vida, funcionaba como una autómata, por obligación y con mucha apatía. Supongo que por aquel entonces, tan mal como me encontraba ante mis circunstancias, algo me impulsó a la pre-formación Gestalt. No sabía tan siquiera de qué trataba ‘ese tipo de psicología’, pero leí lo justo para que mi mente me impulsara a curiosearla con la intención de encontrar certezas, o por lo menos, respuestas. No me equivoqué. Empecé unas pocas sesiones grupales de terapia y me di cuenta que anhelaba principalmente un espacio dónde poder mostrarme y compartir mis miedos, dudas y también vergüenzas; todo aquello que durante mucho tiempo había reprimido y escondido, incluso a mí misma. Con los meses, observé muy sorprendida la forma tan noble, diplomática y sumisa que había adoptado siempre, respetando mucho la apariencia y la opinión ajena, pero muy poco mi propia naturaleza y deseos. Este hecho me impulsó con más atino a querer encontrarme, a indagar sobre mi identidad, a buscar mi autenticidad, a complacer más mi anhelo y sobre todo, a guiarme por la intuición, la que siempre me ha hablado. Necesitaba entonces, alinearme, armonizar el pensar/sentir/hacer. Algo que sin duda me ha ayudado a contactar con el dolor emocional y transitar el vacío interno ha sido el acompañamiento terapéutico que he encontrado en Espaipertu. Sin esta guía no hubiese conseguido revisar mi incomodidad ni reconocer emociones que hasta hace poco no me permitía experimentar. Han pasado ya dos años desde que mi corazonada me lanzó a la formación Gestalt y siento que es de las pocas decisiones coherentes y más importantes que he tomado nunca. No es camino llano el de regresar a casa, el de desgranar creencias aprendidas, el de sostener la neurosis que se aferra al confort, a lo conocido, que se aleja del riesgo que implica un cambio (de actitud, de sentir, de actuar), pero desde luego, aquí y ahora, siento de verdad que yo soy la protagonista responsable de mis pasos y voluntades, capaz de convivir con inseguridades y ciertos vaivenes afectivos, y muy comprometida con el aprendizaje que me regala la vida.

Tuve conocimiento de la Gestalt el 2006 y ya me sentí muy atraída para hacer la formación. En aquel momento estaba acabando la de Biodinámica Craniosacral y por diferentes razones no fue. A finales del 2012, después de haber tomado una decisión potente en mi vida, Espaipertu me hizo llegar que la ofrecían en su centro de Granollers. Además, a través de la escuela de la que más referencias y conocimiento tenía. Sentí inmediatamente que era el momento. Me lo ponían en bandeja! El enero del 2013 empezó una preformación y en septiembre del 2013, el Básico. Desde el primer día sentí y saber que aquello, la Gestalt, era para mí. Esperaba cada seminario con muchas ganas y muy abierta. Para mí la Gestalt ha sido un regalo más de la vida. Un proceso personal, en el que evidentemente hay que sostener todo aquello que no nos gusta, que le giremos la cara y que a menudo ni vemos, y yo estoy contenta y doy gracias de haberlo hecho. Haré mención a dos de aquellas perlas que me regalaron en algún momento los formadores, que me sacudieron, facilitándome algunos “darme cuenta” y que como se puede ver, todavía recuerdo muy bien: • “es más fácil sentir compasión por los otros que por un mismo/a” • “tanta exigencia, tanta exigencia … y a tomar por el saco el amor?” (esta era en referencia a la relación con los hijos) Otra cosa muy importante y que yo también valoro mucho es el grupo.💖