La Teoría de la Terapia Gestalt

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La Teoría de la Terapia Gestalt

La Gestalt es una terapia perteneciente a la Psicología Humanista, desarrollada a partir de la segunda mitad del siglo XX por el médico y psicoanalista Fritz Perls.

Se caracteriza por su enfoque holístico: para la Gestalt, los problemas a los que se enfrenta el ser humano vienen en gran parte motivados por sus dificultades para integrar las distintas partes de su personalidad en un todo saludable y armónico.

El propio término, proveniente del idioma alemán, nos da la clave: su significado aproximado sería “forma”. Cuando una persona no es capaz de integrar sus diferentes partes, se produce una “forma incompleta”, también llamada “Gestalt inconclusa”: un bloqueo de emociones y una repetición de patrones nocivos que no permiten su correcto desarrollo y, por tanto, merman su equilibrio interior.

Para restablecer este equilibrio, lo importante es dar un cierre a estos traumas enquistados, reconvirtiendo nuestras formas de actuar y de relacionarnos con nosotros mismos y con nuestro entorno. Esta conversión nos llevará a una reconexión con nuestro Yo interno.

Planos de nuestra existencia terrenal

La Gestalt se encarga de promover el bienestar de cada uno de nuestros planos existenciales, y de integrarlos en un todo armonioso.

Estos planos son:

  • Plano emocional: Nuestras emociones son muchas, complejas y profundamente importantes para nuestro correcto desarrollo. Dejarlas de lado, tratar de acallarlas, es un error, ya que silenciar una emoción nos impide fluir en la vida. Trabajarlas, permitirnos sentirlas (ya nos provoquen euforia o nos duelan) es la mejor manera para detectar posibles bloqueos y recuperar el equilibrio interno.
  • Plano mental: Nuestra mente suele ser nuestra principal jueza, ya que muchas veces en ella anidan creencias limitantes e imposiciones sociales que nos acobardan y nos encierran en nuestra zona de confort. Detectar estos patrones dañinos es el primer paso para comenzar a buscar nuevos recursos y formas de estar en el mundo, desde la libertad y la auto-consciencia.
  • Plano corporal: Nuestro cuerpo es nuestro templo. Observándolo atentamente (prestando atención a nuestra respiración, mirada, postura, tono de voz) podemos saber muchas cosas acerca de nosotros mismos, ya que guarda una increíble memoria sobre los hechos y emociones reprimidas que nos han dañado en el pasado y que pueden haber quedado bloqueados en nosotros, produciendo somatizaciones. Tomar consciencia de lo que nuestro cuerpo nos indica es una manera de vivir en el presente, en el Aquí y Ahora, y de responsabilizarnos de nuestro estado actual.
  • Plano espiritual: No solo somos emoción, cuerpo y mente: hay algo que nos trasciende, que está más allá de nosotros, que nos guía y nos da luz a lo largo de nuestro transitar por la vida. Este plano es accesible por medio de nuestra Alma. La Gestalt nos ayuda a llegar a este nivel superior de conciencia, gracias a que nos hace integrar correctamente los tres niveles anteriores.

Las claves gestálticas

La Responsabilidad

Para conseguir encontrar nuestro propio centro en nosotros mismos es necesario que nos responsabilicemos de todo aquello que define nuestro Aquí y Ahora: nuestras emociones, nuestras palabras, nuestra forma de comunicarnos con nosotros mismos y con los demás.
La Gestalt nos ofrece herramientas para que podamos enfrentarnos a todo aquello que nos ha causado dolor, a aquellos episodios y hechos traumáticos que dejaron una huella que no ha sido borrada y que, por tanto, ha quedado enquistada en nuestro interior, restándonos energía. El acto mismo de enfrentarse a estos demonios internos es un trabajo de responsabilidad que nos empodera, ya que nos pone en el camino de la sanación, lo que a la larga nos hará tomar mejores decisiones para nuestra vida. Las viejas emociones pueden ser cambiadas por nuevas emociones, más saludables, y los viejos patrones se convierten en nuevas estructuras mentales, orientadas a hacer de nosotros mejores personas.

El Aquí y Ahora

El pasado puede ser una fuente de profunda tristeza (traumas infantiles, recuerdos que causan dolor, relaciones que no se gestionaron de la manera más adecuada, emociones que no pudieron ser expresadas).
El futuro puede suponer una fuente de gran ansiedad e incertidumbre.
La Gestalt nos hace conscientes de que vivir con la mirada anclada en el pasado o pendiente del futuro nos provoca una enorme pérdida energética.
Solo desde nuestro presente, desde nuestro Aquí y Ahora, podemos resolver aquellos asuntos pendientes que nos impiden sentirnos en plenitud en la actualidad y plantar las semillas en forma de decisiones que podrán crear posibles futuros favorables para nosotros.
El pasado y el futuro son proyecciones; lo único verdaderamente real es nuestro Aquí y Ahora, desde el que todos los caminos están abiertos.

El Darse Cuenta

En sintonía con la clave del Aquí y Ahora encontramos el Darse Cuenta, es decir, ser conscientes de qué está sucediendo en nuestros diferentes planos (corporal, emocional y mental).
Ocurre en tres niveles:
– Mundo exterior: Darse cuenta de qué ocurre cuando contactamos con objetos y acontecimientos que están fuera de nosotros, a través de nuestros sentidos (la luz de un amanecer, la dulzura de un caramelo, el aroma de un perfume).

– Mundo interior: Darse cuenta de qué ocurre dentro de nuestro propio cuerpo (sentir nuestro pulso, ser conscientes de nuestra respiración).

– La fantasía: Darse cuenta de aquéllos de nuestros procesos mentales que van más allá de nuestro momento presente (rememorar, hacer planes, hacer cábalas sobre qué nos deparará el futuro). En Gestalt estos procesos se conciben como “fantasía”, ya que quedan fuera de nuestro campo de acción, de aquello que podemos controlar, y, por tanto, pertenecen al ámbito de la imaginación. Ser conscientes de que todo aquello que no está en nuestro Aquí y Ahora escapa a nuestras posibilidades reales de acción es un paso decisivo hacia la sanación.

La importancia de nuestro lenguaje

La Gestalt pone un importante foco en nuestra manera de comunicarnos a través del lenguaje, ya que éste crea nuestra realidad. Aprender a desechar palabras y formas verbales que nos limitan e incorporar aquéllas que nos empoderan son ejercicios gestálticos que refuerzan los nuevos patrones de funcionamiento adquiridos durante la terapia.

– Utilizar el lenguaje activo en vez del pasivo: Las formas activas nos convierten en protagonistas de nuestras emociones y sentimientos, no en meros sujetos pasivos que simplemente reciben las consecuencias de las acciones de otros. Ejemplo: cambiar “Tú me haces enfadar” por “Yo me siento enfadado contigo”.

– Hablar en primera persona (Yo): Utilizar el pronombre Yo nos hace responsabilizarnos de aquello que queremos decir, sin escondernos tras la colectividad. Nos pone en el centro de nuestras necesidades y deseos, a la vez que nos convierte en protagonistas también cuando las cosas no han salido bien, afrontando nuestros errores para poder subsanarlos con valentía. Ejemplo: Cambiar “Nosotros queremos pedirte que reconsideres tu posición” por “Yo quiero pedirte que reconsideres tu posición”.

– Sustituir “pero” por “y”: Muchas veces no nos damos cuenta de que cuando utilizamos la palabra “pero” estamos poniendo un obstáculo, anulando una parte del mensaje que queremos transmitir. Supone una traba para la comunicación interpersonal. Ejemplo: Cambiar “Me gusta lo que has escrito, pero creo que podrías añadir más datos” por “Me gusta lo que has escrito, y creo que podrías añadir más datos”.

– “Querer” frente a “poder”: Enfocar nuestro discurso en aquello que “queremos” en vez de en aquello que “podemos” nos da fuerza, ya que nos convierte en sujetos que no ven obstáculos, sino necesidades y deseos que pueden ser satisfechos. Ejemplo: Cambiar “No puedo hacer lo que me pides” por “No quiero hacer lo que me pides”.

La importancia de la escucha

Cuanto más aprendemos a conocernos a nosotros mismos desde cada uno de nuestros planos (corporal, emocional, mental y espiritual), integrando nuestras distintas facetas de una manera armónica, más y mejor aprendemos a relacionarnos con los demás. Ser conscientes de nuestras maneras erróneas y nocivas de enfocar nuestras relaciones (juzgando, manipulando, justificando) es un paso hacia el establecimiento de una nueva manera de comunicarnos. El otro es alguien distinto de mí, con una realidad y una historia de vida diferente, y merecedor, como yo mismo, de cuidado y atención.

El ciclo de la experiencia

También llamado “ciclo de las necesidades”, constituye el enfoque a través del cual la Gestalt nos hace ver el desarrollo de una necesidad, desde su nacimiento hasta su realización.
La vida de los seres humanos está compuesta por un sinfín de estos ciclos. Cuando uno de ellos no llega a completarse por alguna razón, se produce un desequilibrio.
Las etapas de este ciclo son:

– Sensación: Desde un estado de reposo, la persona empieza a sentir algo que cambia su situación inicial. (No me siento bien, estoy aburrido.)

– Toma de conciencia: La persona identifica la sensación como una necesidad, y piensa en cómo podría satisfacerla. (Ya sé lo que me pasa: me siento solo. Necesito hablar con alguien.)

– Energetización: Una vez identificada la necesidad, la persona se pone en movimiento para poder satisfacerla. (Me levanto del sofá para coger el teléfono para hablar con mi mejor amiga.)

– Acción: El movimiento de la persona da lugar a llegar a hacer aquello que puede satisfacer su necesidad. (Marco el número de mi amiga.)
– Contacto: Se produce el contacto entre la persona y aquello que puede satisfacer su necesidad. (Hola, Teresa. ¡Qué bueno hablar contigo! Me sentía solo y necesitaba escuchar tu voz.)

– Realización: La persona disfruta el momento en que su necesidad se está viendo satisfecha. Es un instante de contemplación, de bienestar. (Qué maravilloso poder hablar con Teresa, qué necesaria es en mi vida.)

– Retirada: Una vez satisfecha su necesidad, la persona se retira y descansa. (Ya no me siento solo; me retiro y descanso.)

El flujo de la vida contiene, como hemos dicho, un sinfín de estos ciclos de necesidad, en los que vamos desde la sensación hasta la realización y retirada. Un ciclo interrumpido supone una Gestalt inconclusa, provocando un estancamiento que desequilibrará a la persona.
La Gestalt proporciona a la persona las herramientas que le permiten comprender qué partes de sí misma han quedado estancadas, bloqueadas en un momento determinado. El trabajo sobre sus diferentes planos, desde lo corporal hasta lo espiritual, ofrece a la persona la fuerza necesaria para responsabilizarse de sus acciones y decisiones, desde su Aquí y Ahora, encaminándola hacia una nueva manera de caminar por el mundo, más honesta, más saludable, más armónica.

Las resistencias

Las resistencias son aquellos obstáculos que nosotros mismos ponemos en nuestro camino de sanación porque, en algún momento de nuestro pasado, encontramos un patrón que consideramos adecuado para esa situación concreta.
Por ejemplo, si en algún episodio de nuestra infancia nuestro padre nos mandó callar, aunque tuviésemos algo importante que decir, aquel niño que éramos consideró que valía más obedecerle que rebelarse. Fue una decisión que nos ayudó en aquel momento (evitó que nos regañasen), pero si la mantenemos como patrón de conducta una vez somos adultos puede suponernos frustración y muy poca efectividad a la hora de enfrentarnos a los problemas.
La terapia Gestalt pone especial énfasis en trabajar estas resistencias que hemos mantenido a lo largo de nuestra vida, ayudándonos a cambiar nuestros patrones dañinos hacia nuevas maneras de canalizar nuestras emociones y comunicarnos con nuestro entorno.


  • Claudio Naranjo
    Psiquiatra, conferencista, psicoterapeuta, filósofo y escritor

    “La actitud básica de valorar el presente y la presencia, la atención y la responsabilidad.”

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