Camino a tu lado

Acompañando a nuestros niñxs ante las adversidades de la vida, las pérdidas y la muerte

Estamos viviendo una experiencia que nos ha sacudido por completo. Nuestro mundo cotidiano se ha desvanecido y lo que prevalece es la incertidumbre y diferentes emociones, con el miedo, de fondo, de una forma más o menos consciente. Nuestras “certidumbres”, como decía Maturana, se tambalean. Nuestros hijos navegan con nosotros en este viaje en el que todos somos aprendices.

Acompañar a nuestros hijxs en esta situación sin precedentes es complejo. Los padres y madres además lidiamos con otros problemas importantes. Lo que parece obvio es la idea de que no podemos siempre con todo. Somos seres sociales, nos necesitamos. Necesitamos el contacto, la relación, la escucha, compartir lo que nos pasa para poder seguir. Esta crisis pone de manifiesto que nuestro individualismo extremo tampoco es sano y que necesitamos también del otro, de la comunidad, de la familia, de nuestros amigxs para no sentirnos tan desamparadxs ante la adversidad, para ayudarnos y consolarnos.

Reencontrarnos con nosotrxs mismxs y reestablecer un mejor equilibrio entre el yo y el tú parece ser uno de los retos pendientes como sociedad. Necesitamos dar un paso adelante e ir transformando entre todos nuestra manera de vivir y cuidar de nuestro hogar.

¿Cómo podemos acompañar a nuestros hijxs en estas incertidumbres?

De entrada, pensamos que lo cierto es que estamos en una gran crisis sistémica. Es evidente que la estructura que hemos montado entre todos no se sostiene y que previsiblemente nos enfrentamos a escenarios de fragilidad y cambios profundos. Nuestros hijxs vivirán esta experiencia en consonancia como la podamos vivir nosotros mismos.

En estos momentos pensamos que es importante recordar que nuestro cuerpo es sabio, que tenemos muchísimos más recursos de los que creemos, que nuestra especie y nuestros ancestros sobrevivieron a situaciones extremas. Este bagaje está ya en nosotros, en nuestras células, en la sabiduría de la humanidad. Somos supervivientes de una larga historia. La vida no es fácil. Así nos lo ha vuelto a recordar.

Nuestros hijxs se podrán manejar mejor en la vida si les permitimos tener experiencias y estar en contacto con todo lo que hay a cada momento. Siempre que les acompañemos en este aprendizaje, que sientan que no estan solos. Necesitan que pongamos palabras, que estemos a su lado, que les escuchemos, que facilitemos espacios en los que puedan expresar lo que les está sucediendo por dentro.

Como humanos los lenguajes nos permiten expresar lo que vivimos. Somos cuerpo y movimiento, mente y emociones. Pensamos, sentimos y hacemos. Tener en cuenta estos tres grandes áreas de lo que somos nos orientará en cómo acompañar a nuestros hijxs.

El ser humano ha ido desarrollando muchas herramientas y lenguajes para comunicarnos. Nosotros utilizamos mucho la palabra y para los niñxs quizás no es el principal lenguaje de expresión. Ellos se comunican desde lo que dicen y callan, a través del movimimento, del cuerpo, como vehículo que canaliza nuestras vivencias y donde quedan también huellas de lo vivido, de la música, la pintura,… y especialmente el juego como lugar privilegiado para explorar y crear, para  drenar y digerir las experiencias de la vida.

¿Cómo podemos facilitar que nuestros hijxs desarrollen una buena autoestima y capacidad de resiliencia?

Los niños necesitan que estemos presentes, compartir lo cotidiano, estar juntos muchas horas, conocernos en profundidad porque a medida que crecen y pasa el tiempo todos vamos cambiando. Esta experiencia de convivencia intensa nos brinda esta oportunidad de compartirnos más, de escucharnos, de ver dónde nos atascamos.

Necesitan  seguridad y sentirse queridos tal y cómo son. En nuestra sociedad voraz, el tiempo de convivencia ha ido mermado a medida que nos hemos ido acelerando y llenando de actividades. Los niños nos estan demostrando claramente que lo que necesitan de verdad es un ritmo más lento y que estemos a su lado. Y también tiempo, tiempo para jugar de forma libre.

El juego es su forma de elaborar lo que sucede, de expresar, drenar y elaborar emociones. Jugar de forma libre y con materiales y espacios adecuados. Estos días que estamos más en casa es bonito repensar los espacios de juego y qué materiales ponemos a su alcance. Quizás nos puede ayudar recordar nuestra infancia y dónde , con quién y cómo jugábamos.

Hace ya tiempo muchos pedagogos como Francesco Tonucci nos alertan de que los niños estan perdiendo estos espacios, tiempos y libertad de juego. Pongamos atención en que nuestros hijos puedan recuperar tiempos largos de juego libre.  Es en estos espacios privilegiados donde los niñxs expresan sus emociones, sus conflictos, desarrollan la creatividad, el lenguaje, prueban diferentes escenarios en un entorno seguro.

Estos días mis hijos a través de sus juegos iban expresando emociones, ideas, canalizando tensión acumulada, imaginando mundos,… Y también observaba que en sus juegos expresaban peligros, muertes, … Me emocionó ver como representaban escenas cotidianas donde los abuelos comían solos , las sillas vacías y reencuentros… Al observarles, me doy cuenta de que a través del juego están expresando sus vivencias para poder manejarlas  y elaborarlas.

La vida es dura  y muchas veces duele. A veces las cosas no nos salen como queremos. A veces perdemos a personas que queremos mucho. O sencillamente no sabemos que pasará. Estos aprendizajes, tan certeros como valiosos  constituyen lo esencial que nuestros hijxs están aprendiendo a nuestro lado estos días. Es mucho más importante atender a lo que nos está pasando, a su mundo emocional y guiarlos en esta travesía que no acabar temarios ni preocuparnos por el currículum.

Algunas ideas para acompañar a nuestros hijos en la incertidumbre

Crear espacios y reservar tiempos para la familia y también para cada uno.

Establezcamos con nuestros hijos espacios de intimidad y de comunicación donde poder compartir lo que nos sucede, lo que sentimos.
Aprovechemos estos días de convivencia intensa para observar muy bien lo que nos está ayudando y poner atención en ello y también dónde estan nuestras dificultades, antes de dejarnos atrapar de nuevo por la vorágine. Necesitamos cuidarnos para poder cuidar. Ahora más que nunca.

Este confinamiento nos pone delante la oportunidad de reaprender y de reestablecer un nuevo orden de prioridades en nuestra vida. Decidir qué quiero y que ya no. Repensar los tiempos y espacios de forma que nos aporten mayor bienestar. ¿Qué quiero para mi y los míos? ¿Estoy viviendo como quiero vivir o me estoy dejando arrastrar ? ¿Qué necesito?

La presencia y amor de los padres es esencial en la infancia para que nuestrxs hijxs sepan manejarse en entornos de incertidumbre. Permite a los niños construir una personalidad sana y una brújula interna adecuada para hacer frente a las adversidades. A veces también se nos “olvida” que se trata más de ser que de tener.

Nuestrxs hijxs por fortuna aún están creciendo y por lo tanto, aún conservan una “sabiduría” innata. Sus estructuras de personalidad aún son flexibles. Y por lo tanto, básicamente necesitan que les observemos atentamente, como un jardinero cuida de las diferentes plantas de un jardín. Cada niño, como cada plantita puede requerir cuidados diferentes. Observemos que necesidades tienen, y también observemos que es lo que nosotros también necesitamos. Hagamos lo posible para crear situaciones y espacios en que puedan/podamos satisfacerlas. Tiempos y espacios más respetuosos para los niñxs y también con nosotrxs.  Salir del hacer, descansar, disfrutar de lo que nos gusta. Recuperar el control de lo que depende de nosotros en estas circunstancias nos ayuda a lidiar ante las adverdiades e incertidumbres.

¿Y ante las pérdidas, duelos y/ muertes? ¿Cómo podemos acompañar a los niños ante la muerte de abuelxs, padres, madres,…?

Acompañémosles en esta dolorosa experiencia que estamos atravesando toda la familia com amor y cercanía. Con más presencia y silencio. Con menos ruidos. Sin pretender desconectarlos de lo que sienten  y sin acelerar el paso a otra cosa.  Es imporante que los niñxs sepan que los adultos les cuidamos y estamos a su lado siempre, también cuando hay dolor , que compartimos y vivimos juntos lo que sea que la vida traiga.Y eso implica que a veces tenemos que ser capaces de sostener ciertas situaciones. Verles sufrir y también sufrir nosotros pues se trata de un duelo, de un dolor que debe salir y expresarse. Y a la vez tenemos que ser capaces de salvaguardarles de angustias e informaciones que son sean adecuadas a su edad y maduración.

Necesitamos abrazarnos a nosotros mismos como adultos y ahora más que nunca abrirnos a dejarnos abrazar por los que nos quieren, por los que la vida nos ha puesto cerca en estas circunstancias. Necesitamos abrazarnos para poder abrazar a nuestros hijxs.

Los niñxs necesitan también saber lo que está pasando y que respondamos a sus preguntas. Que les tengamos en cuenta y que les permitamos participar de lo que está pasando en la familia. A veces el dolor de los adultos y el querer salvaguardar a los niñxs de él hace que los mantengamos apartados de la muerte, de los rituales,… y eso a veces tiene una repercusión muy grande en los niñxs.

A veces nos encontramos en terapia a niñxs que expresan su dolor porque no pudieron despedirse de su abuelo/a, padre, o su confusión con lo que pasó, sin tener claro que la muerte forma parte de la vida y es irreversible. Hablemos con palabras claras. Respondamos a lo que necesitan saber. De forma concisa, breve. Pocas palabras, pensadas y sentidas.

Y sobre todo, acompañémoles estando presentes, facilitándoles que expresen su dolor , rabia, miedo,… Sea la emoción que sea, a veces, es un revoltijo de todas ellas, es necesario darles espacio. Ayudarles y ayudándonos también a aceptar que las emociones están para sentiras y vivirlas, que todas son necesarias y tienen un mensaje importante a darnos. Los niñxs y los adultos necesitamos tiempos y espacios para dejarnos sentir y  expresarnos. Y a la vez crear espacios seguros para contener y acogerlos, para abrazar y sentirnos acompañados en el dolor, el miedo, la rabia.

Es importante en el caso de la muerte que los niños en la medida que sea posible participen también de los rituales de despedida de nuestros seres queridos. Todos los especialistas en temas de duelo señalan que permitir ver, despedirse y acompañar a su familia en estos momentos difíciles facilita la eleboración del duelo. El confinamiento ha detenido esta esta posibilidad. Muchas familias estan viviendo situaciones angustiosas y traumáticas al no poderse despedir de sus seres queridos.

Mientras tanto, hagamos lo que podamos. Podemos pensar en casa un ritual íntimo para despedirnos de este familiar fallecido. Preparar un espacio bello, con alguna foto y objetos que nos recuerden a él. Podemos encender velas, escribir cartas, poner música. En la intimidad de nuestra casa podemos conectarnos con nuestro corazón con esta persona y despedirnos, compartir lo que vivimos juntos, lo que querríamos que le llegase.

A nivel psicológico y espiritual, los rituales nos facilitan la elaboración del duelo. A través de símbolos expresamos a nuestro inconsciente y consciente lo que nos está sucediendo. La muerte nos pone ante las puerta de lo transcendente. En el caso que nuestras creencias estén abiertas a esta visión de la vida ayudemos a nuestrxs hijxs a entender que la muerte es un cambio definitivo, seamos claros, pues los niños por su momento evolutivo, pueden no entender nuestras palabras bienintencionadas si maquillamos o tapamos la realidad. Los niñxs pueden entender el concepto de muerte y que la vida se acaba. A menudo ya han estado en contacto con ella a través de la muerte de una mascota, una planta, muertes de otras personas cercanas.

Ayudémoles a observar que la vida está llena de ciclos de vida y muerte, de incertidumbres, de belleza, de dolor y amor, de pérdidas y encuentros. Que tenemos que aprender a recibir y también a dejar ir aunque nos duela. La vida es todo. Crecer con estas experiencias  y compartir con ellos nuestros mapas y destrezas para navegar en las tormentas es el mejor regalo que podemos ofrecer a nuestrxs hijxs. La capacidad de ser resilientes a las adversidades se construye en la infancia. Hace falta que haya una persona adulta que mire al niñx con presencia, afecto y confianza.

Por ello, cuando la sociedad nos invite a poner en nuestras ventanas dibujos y frases del tipo “Todo va a ir bien” con nuestrxs pequeñxs, creemos que sería interesante tener presente la necesidad de matizarla y de completar su significado. Porqué a veces no todo va a ir bien. Y esa es la verdad. A veces sufriremos, perderemos cosas  y personas valiosas. Y los niñxs necesitan saberlo. Es cierto que también tenemos que transmitirles confianza y seguridad siempre que no tratemos de esconder o maquillar la realidad. Y cierto que también al final de las tormentas a veces surgen arcoiris que muestran de forma sumamente bella todos los colores de la luz. Un arcoris como testigo de que una vez más conseguimos salir adelante y que la luz contiene también su sombra. Acompañemos a nuestros hijxs a aceptar la vida tal y como es, a vivir más completos y libres.

Un cálido abrazo.

Laura Durán, Jesús Galán y Maribel Bodego

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