Las diferencias entre Rendición y Resignación

Hace unos días, estuve presente en una conferencia cuyo título era “La rendición”, me conmovió y me sedujo totalmente el tema. Desde entonces, he estado meditando las diferencias entre “rendición” y “resignación”. Observo, como en ocasiones, lucho ante lo evidente, lo que no puedo cambiar, lo que no está en mis manos para hacer que sea diferente, lo que depende absolutamente del otro, o bien, ante puras expectativas.

Algunos tenemos la atención muy fijada en la falta, nuestra propia falta y la de los otros. Nos creemos que obtendremos la seguridad cuando tengamos el control de todo, buscando la aprobación en los demás y en tener razón. Nos aferramos a nuestros pensamientos y creencias, y protegemos nuestras ideas y apegos, peleando constantemente por ellos. “La rendición” es aceptar las circunstancias de nuestra vida, con lo bueno y con lo malo, si algo no depende de mí, no desaparecerá por más que le dé vueltas a la cabeza, que no es lo mismo que acatarlas con resignación y adoptar una actitud de victimismo. “La rendición” es una puerta hacia la consciencia, es mucho más fácil que luchar. La pelea nos aleja del amor, nos vincula, ya que mientras estamos luchando con alguna situación que no podemos cambiar, nos mantenemos atrapados en ella y le seguimos dando energía. El amor, en cambio, nos libera. Aceptar la situación tal como es, rendirse ante lo invariable, es lo más acertado para evolucionar y alcanzar la plenitud.

Por ello, para entregarnos a la rendición, debemos abrirnos al amor, a la aceptación del otro tal y como es; perdonar y perdonarnos también nuestros errores del pasado y no insistir en la culpa, en el “debería haber hecho esto o aquello” y abrirnos a nuevas posibilidades. Aprender a fluir y confiar, comenzar a abrirnos hacia algo nuevo. Imaginémonos que todo lo que creemos y todo por lo que luchamos no sea necesariamente verdad, así, podremos contemplar la posibilidad de aceptar otra realidad. Tal vez, renunciando a nuestras ideas fijas, las que ya no nos sirven, encontraremos algo nuevo y de esta forma, podremos hacer algo diferente y permitirnos una nueva oportunidad. Es un buen momento para meditar, valorar, aceptar y abrazar lo que poseemos y dar las gracias por ello. Nosotros elegimos nuestra actitud, podemos elegir centrarnos en lo que hay o en lo que no, rivalizar porque tal persona o situación es así o bien, aceptarla tal como es. Nosotros somos responsables de nuestra actitud. “La rendición” es, pues, aprender a vivir con lo que tenemos cuando no lo podemos cambiar y disponernos en acción, para modificar aquello que sí podemos. La vida no se detiene, no te detengas tú tampoco.

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Seguimos…

Núria Remus

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